El otro día estaba con una amiga en un café, ambas trabajando, sentadas frente a frente, ella esperando que llegaran cosas que hacer, yo tratando de decidir cómo hacer las que tenía pendientes. “¿Qué serías si pudieses ser cualquier cosa, segundo a lo que quieres ser?”. Ella quiere ser guionista. Un rato antes, me había preguntado qué animal tendría si cualquiera fuese legal. Ella tendría un perezoso. Yo tendría un perro o un gato igualmente porque me son los únicos que se han acostumbrado a compartir hábitat con nosotros, y lo demás me da pena. En su juego, además de ser legales son felices. ¿Les has visto las uñas a los perezosos, cómo los tienen que agarrar para que no te las entierren? En mi mundo no me las entierran, entonces, me respondió.
A mi pregunta, la siguió con “¿dentro del mundo audiovisual o fuera?” Ambos. “Recibir proyectos y revisarlos, aunque no dé nada”. Es un buena respuesta. En mi mundo, lo hacemos bien y vivimos de eso. ¿Y fuera del mundo audiovisual? “Algo que tampoco da, tener cafeterías con librería y que fuese redituable”. En mi juego, la condición es que anda. “Ah, entonces eso”.
“¿Y vos?”, me pregunta después de un rato. Música, creo. Es algo que ya no hice y creo que no haría en esta vida. Me parece bonito, incluso, que lo veo como algo intocable, lejano, pero me encantaría poder hacerlo. Saber tocar algo, escribir canciones, pero me daría terror no ser buena o que mis canciones no tuviesen aura. No es lo que me pasa con el dibujo o la narrativa, que sé en algún nivel interno, una confianza elemental me hace saber que puedo ver, discernir, una historia, y moverle las piezas para que funcione. Así me dé terror, sé que puedo verlo. No es lo mismo con la música, y creo que por eso también escucho muchos playlists armados por otros, algunas radios online o sesiones curadas en YouTube .
Hay algo bonito, sagrado en eso. Algo personal e intocable, algo poco compartido, muy cercano y mío. Me gustaría hacerlo si pudiese, pero también me gusta que sea algo imposible que puedo mantener entero y seguro, y disfrutarlo sin ejes externos que lo juzguen y muevan. Creo que algo valioso de los sueños alternativos es que nos acercan a eso que vemos como entero y divino, algo que nos pertenece desde un nivel distinto, que no podemos tocar pero sí rodearnos, como un templo. Algo que habla de nosotros sin crearlo de nuestra propia mano. No es lo que me sucede con el dibujo, que es algo distinto, algo más como este fragmento de Passing for Human de Liana Finck:
Con la música, no me es necesario crear ese espacio para hallarse. Aparece cada vez que la pongo a andar, y me encuentro, otra vez, en el mismo lugar, donde estuve siempre, y me vuelve a orientar.
Así que, supongo, que mi pregunta es, ¿cuál es ese sueño alternativo para ti?
Les dejo algunos lugares donde encuentro playlists:
Illustrated Tapes: un proyecto creado por aileyun que explora la intersección entre la música y la ilustración. Paró el proyecto hace un tiempo, pero hay muy lindas listas para curiosear. Ahora estoy escuchando una sesión colaborativa de su Illo Radio:
Siguiente, este canal:
Y este:
Y lo que encontré estos días, el perfil de Spotify de Paul Mescal, cuya música es muy similar a la que me gusta a mí (todo por About Today de The National o todo de Bon Iver), pero sorprendentemente hasta más melancólico:
Eso. Si quieren compartir su segunda cosa, les escucho. Abracitos ❁᪥